ACUDIR A DIOS EN LA
ANGUSTIA
El
sentido de la oración de petición
1.7.-
¿Hemos
explicado el misterio de la oración de petición? No; sólo hemos reencontrado en
su misterio el misterio de todo lo cristiano. Sólo esta es nuestra explicación.
Pero le basta a la fe. Así como existen verdaderamente la tierra y
verdaderamente el cielo, así como existe verdaderamente un Dios vivo, libre,
omnipotente, pero también existe verdaderamente la persona creada y libre, así
también existe este doble carácter en la oración de petición: ésta es
verdaderamente grito de necesidad, que quiere lo terreno, y es verdadera,
radical capitulación del hombre ante el Dios de los juicios y de las cosas
incomprensibles. ¿Y ambas cosas en una? ¿Lo uno sin suprimir lo otro? Sí. ¿Cómo
es posible? Es posible del mismo modo como existe Cristo. Pero realizado mil
veces en cada verdadera vida de cristiano, en la que se llega a ser como un
niño -¡acto supremo del ser humano!-, que no tiene miedo de ser niño, y hasta
infantil, porque sabe que su Padre es más sabio, tiene la visión más amplia y
es bondadoso en su inexplicable dureza, pero que, por eso mismo, no hace
tampoco de su juicio y deseo de niño la última instancia. Ser niño ante Dios en
medio de la agonía sentida y sufrida y de la desesperación; ser niño sereno,
modesto, callado, confiado en medio de la precipitación al vacío extremo del
hombre entero hasta la muerte, más aún, hasta la muerte en la cruz; conjugar en
el propio ser y, así, “introducir en su oración de petición ambas
cosas en una: el miedo y la confianza, la voluntad de vivir y la disposición a
morir, la certeza de la escucha y la renuncia total a ser escuchado según el
propio plan: ese es el misterio de la vida cristiana y de la oración de
petición cristiana. Pues de ambas cosas la sola y única ley es
Cristo, el Dios hecho hombre”.
¿Quién entiende esta apología de la
oración de petición? Solamente el que ora. Si quieres entenderla, ora, pide,
llora. Pide aquello que el cuerpo necesita de tal modo que tu petición del don
terreno te transforme cada vez más en un hombre celestial. Pide de tal modo que
tu continua oración de petición se presente como prueba de tu fe en la luz de
Dios en medio de las tinieblas del mundo, de tu esperanza en la vida en medio
de este morir constante, de tu fidelidad al amor que ama sin recompensa.
Estamos de camino como caminantes en medio de dos mundos. Como todavía estamos
caminando sobre la tierra, pidamos aquello que necesitamos en esta tierra. Pero
como en esta tierra somos peregrinos de la eternidad, no olvidemos que no
seremos escuchados como si tuviésemos aquí una morada permanente, como si no
supiésemos que tenemos que entrar a través de la ruina y de la muerte en la
vida, que en todas las peticiones es el único fin de vivir y orar.
“Mientras las manos permanezcan
juntas en oración, aunque sea en la ruina más espantosa, nos rodearán también
la benevolencia y la vida de Dios –invisibles y misteriosas, pero verdaderas-,
y toda precipitación en el espanto y en la muerte será sólo un caer en los
abismos del amor eterno”.
(Karl
Rahner, SJ) 7.
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