viernes, 2 de noviembre de 2018

CRISTO, EL CAMPESINO Y EL BUEY...8. - SUPERACIÓN DEL BUEY Y DEL SE






8.- SUPERACIÓN DEL BUEY Y DEL SE 

Ningún campesino ni ningún buey, sino solo un círculo vacío. No existe el apego a nada, y en este sentido no existe ni error ni satori, ni Buda ni hombre, ni Tierra Pura (paraíso) ni no Tierra Pura. Ni siquiera existe el olor de satori, y aún menos una sombra de error. El que ha renunciado a todo, pero es consciente de su renuncia, todavía no ha renunciado a todo. En este etapa el ser humano se ha convertido en alguien que está por encima de todos los opuestos.
            Todo ha ido desapareciendo paulatinamente, hasta este dibujo en que desaparecen todas las formas y no hay más que un círculo vacío. Todo se pierde en la nada.
La Nada o el Vacío es el gran misterio y al mismo tiempo el gran mensaje del Budismo. Esencia y fenómeno son la misma cosa: vacío, vacío absolutamente más allá de toda dualidad. En este sentido se puede decir que, para explicar la iluminación, la palabra “experiencia” no es correcta, porque cuando hay verdadera iluminación no hay yo, ya que mientras hay un yo que experimenta dualísticamente algo no puede haber verdadero satori.
Por lo tanto, estamos en plena vía paradójica, vía que verdaderamente también conocían los cristianos de oriente y de occidente. Sin embargo para los individuos pertenecientes a la cultura occidental que se disponen a tratar este tema, se presenta, sin duda, una dificultad objetiva; porque mientras en el zen, entendido como cultura, no es impropio expresar el pensamiento a través de una contradicción, en cambio, en la cultura occidental la contradicción es absolutamente un no-valor, algo que hay que evitar a toda costa, el punto débil que los escolásticos medievales buscaban descubrir con todos los medios y argucias en los razonamientos de sus adversarios.
Así, hablar del vacío como supremo ideal y consecución le suena a un occidental a pura y absurda contradicción: ¡natura horret vacuum! A un buen cristiano, firmemente anclado en las sanas tradiciones de la Iglesia, sonaría a blasfemia oír decir algo como “el Reino de los cielos es puro vacío”.

(Mariano Ballester s.j. & Co.f.m.)

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