miércoles, 24 de agosto de 2016

7.- ORACIÓN DE PETICIÓN

ACUDIR A DIOS EN LA ANGUSTIA
El sentido de la oración de petición

1.7.- ¿Hemos explicado el misterio de la oración de petición? No; sólo hemos reencontrado en su misterio el misterio de todo lo cristiano. Sólo esta es nuestra explicación. Pero le basta a la fe. Así como existen verdaderamente la tierra y verdaderamente el cielo, así como existe verdaderamente un Dios vivo, libre, omnipotente, pero también existe verdaderamente la persona creada y libre, así también existe este doble carácter en la oración de petición: ésta es verdaderamente grito de necesidad, que quiere lo terreno, y es verdadera, radical capitulación del hombre ante el Dios de los juicios y de las cosas incomprensibles. ¿Y ambas cosas en una? ¿Lo uno sin suprimir lo otro? Sí. ¿Cómo es posible? Es posible del mismo modo como existe Cristo. Pero realizado mil veces en cada verdadera vida de cristiano, en la que se llega a ser como un niño -¡acto supremo del ser humano!-, que no tiene miedo de ser niño, y hasta infantil, porque sabe que su Padre es más sabio, tiene la visión más amplia y es bondadoso en su inexplicable dureza, pero que, por eso mismo, no hace tampoco de su juicio y deseo de niño la última instancia. Ser niño ante Dios en medio de la agonía sentida y sufrida y de la desesperación; ser niño sereno, modesto, callado, confiado en medio de la precipitación al vacío extremo del hombre entero hasta la muerte, más aún, hasta la muerte en la cruz; conjugar en el propio ser y, así, “introducir en su oración de petición ambas cosas en una: el miedo y la confianza, la voluntad de vivir y la disposición a morir, la certeza de la escucha y la renuncia total a ser escuchado según el propio plan: ese es el misterio de la vida cristiana y de la oración de petición cristiana. Pues de ambas cosas la sola y única ley es Cristo, el Dios hecho hombre”.
¿Quién entiende esta apología de la oración de petición? Solamente el que ora. Si quieres entenderla, ora, pide, llora. Pide aquello que el cuerpo necesita de tal modo que tu petición del don terreno te transforme cada vez más en un hombre celestial. Pide de tal modo que tu continua oración de petición se presente como prueba de tu fe en la luz de Dios en medio de las tinieblas del mundo, de tu esperanza en la vida en medio de este morir constante, de tu fidelidad al amor que ama sin recompensa. Estamos de camino como caminantes en medio de dos mundos. Como todavía estamos caminando sobre la tierra, pidamos aquello que necesitamos en esta tierra. Pero como en esta tierra somos peregrinos de la eternidad, no olvidemos que no seremos escuchados como si tuviésemos aquí una morada permanente, como si no supiésemos que tenemos que entrar a través de la ruina y de la muerte en la vida, que en todas las peticiones es el único fin de vivir y orar.

“Mientras las manos permanezcan juntas en oración, aunque sea en la ruina más espantosa, nos rodearán también la benevolencia y la vida de Dios –invisibles y misteriosas, pero verdaderas-, y toda precipitación en el espanto y en la muerte será sólo un caer en los abismos del amor eterno”.      
(Karl Rahner, SJ) 7.

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