7.- SUPERACIÓN DEL BUEY
El campesino
solo, sin el buey. Ya no hay ni deseo ni no-deseo. Hemos entrado plenamente en
el mundo del muji, el mundo de la
gran paz. Ya no hay oposición entre vida y muerte, alegría y dolor, ni entre
ninguna otra cosa. Este estado se llama mu-ga
(literalmente no-yo). Quiere decir que el yo mismo y el corazón se han hecho
uno.
En este dibujo se indican dos conceptos esenciales:
la completa tranquilidad meditativa del campesino y el olvido del buey. La
serie de dibujos anteriores nos ha mostrado constantemente una dualidad en la
conciencia del campesino. En los dos primeros él se identificaba con su pequeño
yo empírico de tal modo que no se percibía a sí mismo. Del tercero al sexto se
percibe el satori, indudablemente, pero dentro todavía de una cierta dualidad
sutil: el buey y el campesino se encuentran separados. Del séptimo en adelante,
el campesino está tan unido al buey que hace desaparecer toda dualidad como
experiencia separada; el buey se ha disuelto en la gran armonía de la unidad.
El buey, de algún modo, era solamente una especie de
reclamo en el camino de la realización. Ahora, en cambio, hasta el buey queda
superado junto a otros esfuerzos disciplinarios anteriores:
“Estoy sereno y el buey también puede descansar”
Podría decirse que la serenidad del campesino y la
del buey en reposo son idénticas; por lo tanto el mensaje esencial de este
dibujo se refiere al sosiego y al silencio contemplativo y armonioso que emana.
Al fondo y en lo alto brilla la luz del dharma, como una luna (otros dirán un
sol) que ahora se extiende por todas partes comunicando luz y significado a toda
la existencia. El dharma ha llevado al conocimiento propio, a dejar caer toda
falsedad. La realidad aparece límpida y transparente, como un continuo nuevo
día: ¡ha llegado el alba!
“La noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora”. (San Juan de la Cruz)
(Mariano Ballester s.j. & Co.f.m.)
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