EL TRIUNFANTE-DOCTOR
(...ALEGRE
Y DIVERTIDO...)
.../...
...Sarvakarmafalatyaga.-
desapego del fruto del acto... (lo que le salvará).
.../...
‹‹De
la misma manera que sólo hay una verdad, sólo hay un amarillo. La verdad turbia
es una verdad enferma, es falsedad. Así pues, la expresión del amarillo turbio
es la envidia, la traición, la falsedad, la duda, la desconfianza y la
demencia››
.../...
El triunfante-doctor
dispone frecuentemente de una segura facilidad que inspira confianza. Esto le
permite transmitir una buena atmósfera. Le resulta fácil llevar a cabo sus
cometidos de una manera efectiva y competente, proponerse objetivos personales
y cumplirlos, así como apasionar a otras personas, motivarlas y capacitarlas
para salir adelante del mismo modo.
Posee un "sexto sentido" para
la valoración de sus cometidos y para la dinámica del trabajo de grupo. Se
identifica con su empresa (sociedad, organización), en la que trabaja y tiene
el don de lograr crear un buen clima de empresa y de cohesionarla. La unión y
el "entramado" de los miembros del grupo son muy apreciados por él.
Pueden alcanzar una gran influencia a través de la fuerza de sus argumentos y
de una convincente energía que irradian, y, al mismo tiempo, conducir al éxito
los proyectos en los que creen.
Pero, tienen dificultades de apercibirse
de sus propios sentimientos. Llevan
continuamente un termómetro imaginario en el aire para tantear la atmósfera.
Constantemente se pregunta: ‹‹¿tengo éxito?, ¿llega mi mensaje?››.
Quizá en su infancia no fueron amados
por ellos mismos, sino que se les alababa y se les recompensaba cuando tenían
éxito y podían atestiguar un rendimiento especial. Si volvían a casa con buenas
notas o si habían ganado un partido de fútbol, su madre o su padre les decían: "Eres
un buen chico. Estamos orgullosos de ti". Con el paso del tiempo
idealizaron la victoria y el éxito y adoptaron el lema: "soy bueno si venzo".
Saca su energía vital de sus éxitos.
Hacen una representación de su propia identidad, son personas del rendimiento,
de carrera, a la búsqueda de un status y se
entienden mejor con su rol social que con su verdadero yo al que apenas
conocen. Son capaces de vestir cualquier máscara y representarla a la
perfección. El rol les protege y les motiva.
Su vida es una lucha con la competencia;
se trata de ganar o perder. Quieren
ser vencedores y debido a ello a menudo llegan lejos en el empeño. Pueden
trabajar muy duro y, mientras tanto, dejar fluir toda su energía en un
proyecto. A menudo son muy competentes en su campo de trabajo, y de cara al
exterior dan la apariencia de ser todavía
más competentes. Puede creérseles que dominan su menester y que están
convencidos de su propia causa. Dan una impresión optimista, juvenil,
inteligente, dinámica y productiva.
Tienen tendencia a convertirse en el prototipo del respectivo grupo en el que
se relacionen, y dar cuerpo a las expectativas y a los valores de ese grupo.
A "Don Perfecto" todo lo que
emprende parece salirle bien y se transforma, como en el cuento, por decirlo de
alguna manera, en oro: "En cuanto entro en un sitio en el que hay muchas
personas, en décimas de segundo sé cómo tengo que comportarme, cómo me tengo
que mostrar a mí mismo, cómo tengo que hablar para llegar a los presentes.
Otros pueden sentir tales cambios de comportamiento sólo como matices; yo sé en
seguida qué matiz exige la situación. Tan pronto como dejo la habitación y
entro en la siguiente soy capaz de jugar el mismo juego allí mismo y ser una
persona completamente distinta".
Estas personas de éxito, de buen
parecer, que van por el mundo con la sonrisa en la boca, y a los que parece que
todo lo que quieren conseguir les sale al encuentro. En realidad, nada les sale
al encuentro. Trabajan duro por el éxito. Se preocupan de que sus planes tengan éxito y ponen en ello toda su
energía. Sin embargo, quieren que parezca fácil y sencillo y no dejan que se
les note el esfuerzo.
Tienen la tendencia a percibir de una
manera excesivamente positiva todo aquello con lo que se identifican y a
atenuar los contornos de las partes negativas de un proyecto. Cuando creen que
algo les ha salido bien, llegan a "emitir anuncios" de sí
mismos para embolsarse la alabanza, el reconocimiento y la admiración. Les
gusta hablar de sus éxitos, cuentan a las personas sobre las que pueden ejercer
influencia los proyectos que han llevado a cabo, las condecoraciones que han
conseguido. No tienen nunca bastante cuando se les está alabando; sorben el
reconocimiento como si fueran esponjas sedientas de ello. Desgraciadamente con
frecuencia la alabanza no se presenta porque, por regla general, dan tal
impresión de confianza en sí mismos y de fortaleza, que a los demás apenas se
les ocurriría que una persona tan exitosa pueda estar necesitada de sus
cumplidos. "Todo por una alabanza", es el combustible que mueve su
motor; así de dependientes son de las reacciones de los demás.
Su gran tentación es la eficiencia.
El
sistema capitalista que domina la economía mundial se basa en este dogma:
"quien se esfuerza lo suficiente puede llegar alto por medio de su
trabajo". Esto es algo que afecta a la mayoría de los norteamericanos,
infectados por esta forma de pensar. Se admira a los vencedores y se desprecia
a los perdedores. En la progresista Europa pasa más o menos lo mismo, en eso
que damos en llamar el primer mundo. Esto se observa en cómo convivimos con
nuestra multitud de pobres. A quien no consigue llegar a forma parte de la
corriente de la clase media, se le trata como a un leproso, se le considera
menor de edad e inferior moralmente. Los pobres no merecen ni que notemos su
presencia ni que nos apercibamos de ellos. Al fin y al cabo, ellos mismos son
los culpables de su situación. Tal que así es nuestro "Credo". El
"evangelio progresista" del rendimiento, el bienestar y el éxito es
tan dominante y está tan generalmente reconocido que incluso la mayor parte de
aquellos que toda su vida acuden a la iglesia no tienen un sistema de valores
significativamente distinto. Al contrario: esta actitud se transmite también al
dominio espiritual; la religión se convierte progresivamente en un objeto de
consumo espiritual. Esto se refleja en las exitosas historias
"espirituales" de los predicadores televisivos norteamericanos:
personas radiantes, llenos de vitaminas, derrochando felicidad y optimismo con
Jesús en su corazón. Jesús se vende como una receta para el éxito. La cruz ya
no juega ningún papel. Cuando el símbolo de la cruz se utiliza de alguna manera,
es adornado con efectos como el brillo, la purpurina, el neón. La misma muerte
de Cristo se convierte en una historia de victoria. Pero no es posible hacer
una historia de éxito del "mensaje de la cruz".
La cruz significa que Cristo ha
degustado completamente la derrota de
la muerte y que ha apurado el amargo cáliz hasta las heces. El cáliz no pasa
delante de Jesucristo sin que lo pruebe; ¡él tiene que degustar la muerte! Una sociedad del éxito no puede hacerse a la
idea de este proceso. La cultura de la clase media se las sabe entender sin las
derrotas. Probablemente nosotros somos la primera generación de la historia
universal que ha comprado con ayuda del bienestar la salida a la experiencia
del fracaso... o lo éramos, porque según parece la crisis nos va a afectar más
de lo que estamos dispuestos a reconocer por ahora.
Su mecanismo de defensa se llama
identificación. El triunfante-doctor (...alegre y
divertido...) se protege de las amenazas dejándose absorber completamente por
su profesión, su papel social o sus proyectos, y admitiendo sólo a su pesar la
crítica a su grupo o a su empresa. Cuando nuestro triunfador cree en algo,
actúa sin poner ningún pero y puede atenuar completamente los lados sombríos;
pues la "sombra" es lo mismo que el "fracaso".
El término fracaso es algo que nuestro triunfante-doctor
tratará de evitar por todos los medios. No hay nada más trágico que un
triunfante-doctor sin éxito, porque para él es algo traumático tener que
convivir con el fracaso, la decepción o la derrota.
Los triunfantes-doctores no
redimidos evitan, temen y odian las derrotas como
la peste. Pero si se llega a ello, tienen tres métodos generalizados para
salirse de la situación: a veces embellecen sus derrotas y las interpretan como
"victorias parciales"; a menudo le echan las culpas a otro; también
suele ocurrir que abandonen los platos rotos lo más rápido posible para
abocarse a un nuevo proyecto. El triunfante-doctor no redimido es capaz de
sobrevalorarse a sí mismo enormemente. Su yo está tan mal acostumbrado por el
éxito que al final cree que todo lo que hace está bien y es correcto (puede
llegar a creer que "su palabra" es "Palabra de Dios").
La presión del éxito bajo la que suelen
hallarse conduce a su pecado arraigado, la mentira y el engaño. Para ganar, tienden a convivir generosamente con la
verdad: se construyen una imagen que
tenga buena apariencia, que sea vendible y por último que gane. Raramente se
trata de mentiras como casas de grandes; más bien son retoque sutiles, el
ensombrecimiento de las partes obscuras y las problemáticas de un proyecto o la
exagerada acentuación de sus ventajas.
‹‹‹¿Por qué en el catálogo de los
pecados capitales "clásico" no aparecen el engaño o la mentira y el miedo. Son los sufíes los que nos
hablan de estos pecados. Es significativo que nosotros en la tradición
occidental no hayamos desenmascarado jamás como tales precisamente estos dos
pecados, ni les hayamos dado nombre. Se trata de los pecados mortales propios
de nuestra sociedad, los cuales son tanto más peligrosos cuanto que son
inevitables para nosotros. Los sufíes
parten de la premisa de que no se puede reconocer el propio pecado›››.
El triunfante-doctor no redimido se
engaña, primero de todo, a sí mismo. Por este motivo, no es fácil, ni siquiera
para sí mismo, apercibirse de sus mentiras. En primer lugar se convence a sí
mismo de que la mentira es una verdad. Bajo esa convicción estamos a
acostumbrados a ver políticos capaces, por ejemplo, de ponerse en pie delante
de un micrófono, radiante de felicidad, con la sonrisa en sus labios, y decir
que todo está en orden, ¡pueden incluso creérselo!
El triunfante-doctor no redimido no
tiene añoranza alguna de profundidad. ¿Qué sentido puede tener la profundidad
si la superficialidad funciona, y si los envoltorios sin contenido se venden
igual. Centrado sobre sí mismo es extremadamente pragmático: lo cierto es lo que funciona. De la verdad objetiva no se llega ni a hablar.
‹‹‹Una
psicología del mal bajo el punto de vista de la mentira: Las "personas
malas" o la "gente de la mentira" son, aquellos que atacan a
otros, en lugar de mirarle a la cara a su propio fracaso. La represión de la
propia culpa, y la propia atribución de la culpa a otros que lleva consigo,
acaba por destruir a los culpables mismos›››.
Lo malo es que uno frecuentemente confía
ciegamente en el triunfante-doctor (...siempre alegre y divertido...) aunque
sea verdaderamente desleal. El triunfante-doctor siempre tiene una enorme
apariencia de seguridad; parece saber lo que dice y lo que hace. Por este
motivo, sencillamente, hay que confiar en él. Son "vendedores de artículos
de segunda mano" proverbiales: todo brilla y está pulido. Hablan por los
codos y tan aprisa que apenas puede uno seguir el hilo de lo que dicen. Por
este motivo, a menudo sus ofertas tienen un efecto tan irresistible. Al final
cree uno que este es el mejor coche de segunda mano de toda la ciudad. Son
capaces de venderle a uno todo porque sobre todo se venden a sí mismos. Le vende a uno lo cool
y competentes que son, y nosotros lo compramos porque todo está perfectamente
escenificado.
La trampa
de la que es cautivo el triunfante-doctor se llama vanidad. Con este
concepto entendemos el hecho de que los rasgos externos de segundo orden
(embalaje, vestido, influencia en el entorno) sean más importantes que lo
"propio" (sustancia, persona, contenido). En tanto que el
triunfante-doctor esté cautivo de sí mismo, no vive en su propio cuerpo y en su
propia alma, sino que está al margen de sí mismo y se ve actuar. Los
triunfantes-doctores son actores natos: algunos pocos llegan a serlo de primera
clase; muchos, por lo menos, buenos. No es de extrañar que el actor Ronald Reagan llegara a presidente de
los Estados Unidos. Consideramos que el papa
Juan Pablo II era un triunfante-doctor; ellos saben cómo se debe servir a
las masas. A muchos triunfantes-doctores les complace estar delante de grandes
muchedumbre humanas. Un "baño en la muchedumbre" es de su agrado. Por
el contrario, en la conversación personal cara a cara muchos
triunfantes-doctores se sienten más bien inseguros, pues en ese caso se
requiere sinceridad, vulnerabilidad y profundidad.
El talento o don del espíritu del triunfante-doctor
es el reverso de su pecado: veracidad y
sinceridad. Un triunfante-doctor redimido ha encontrado el camino de la
verdad. Por eso son capaces de pedirle al cielo: ‹‹¡Señor, no permitas que
vuelva a engañar nunca más! ¡Soy capaz de cometer tan grandiosos engaños! Puedo
hacerle creer a cualquier persona cualquier cosa››. Saben de lo que son
capaces, pero pueden cambiar cuando se dan cuenta de sus propias intrigas, por
ejemplo, la facilidad para etiquetar socialmente a quienes consideran posibles
rivales en lo que ellos han decidido que es su camino. Saben que pueden
venderle a cualquiera gato por liebre y sienten añoranza de veracidad. El
triunfante-doctor sólo puede encontrar el camino hacia su talento, si le mira a
la cara a las pequeñas y grandes mentiras de su vida en el doloroso camino del
re-conocimiento personal, y ya no intenta maquillarlas. Puesto que este proceso
sería el examen de su propio fracaso, a los triunfantes doctores les resulta
muy difícil hacerlo. Un triunfante-doctor que haya encontrado que haya
encontrado el camino de la veracidad puede aplicar sus extraordinarias dotes
con competencia y efectividad para ayudar a otras personas y para motivarlas a
descubrir sus propios potenciales (ayuda a la autoayuda). Los triunfantes-doctores
redimidos consiguen que un grupo o comunidad se organice de una manera
racional, que se llame por sus nombre a las mentiras de la comunidad y que la
verdad se divulgue, de una "manera
profesional, al estilo del tiempo".
Símbolos y ejemplos
El primer animal simbólico del
triunfante-doctor es el camaleón. Saben adaptarse con
habilidad a las expectativas de su entorno. Al actuar así, está en peligro de
que la variedad de los papeles y máscaras sustituyan su verdadera personalidad,
a la que no tiene acceso nadie. Un triunfante-doctor no redimido, si se le
priva de sus papeles y máscaras, puede estallar en pánico; literalmente podría
disolverse en la nada.
El segundo animal simbólico es el pavo
real. El triunfante-doctor apunta sus dardos atendiendo a la reacción
del entorno, y se representan a sí mismos: interpretando el papel que mejor
llegue a aquellas personas en las que está interesado. El pavo real se expone a
sí mismo. Su presuntuoso adorno atrae hacia sí la atención de los demás. Un
objetivo a largo plazo de toda asesoría pastoral del triunfante-doctor tiene
que consistir en atrapar al pavo real en ellos, y en cortarle la cola para que
quede claro que sin su atavío externo son pollos tan banalmente feos como todos
nosotros.
El animal simbólico del triunfante-doctor
es el águila. Del "rey del aire" se dice que es el único
animal que puede mirar directamente al sol. Es la alegoría de la rapidez, la
fuerza, la resistencia y la renovación. "Pero
los que confían en Yahvé renuevan las fuerzas del débil. Y se cansan los
jóvenes y se fatigan, y los jóvenes llegan a flaquear; pero los que confían en
Yahvé renuevan las fuerzas, echan alas como de águila, corren sin cansarse y
caminan sin fatigarse" (Is 40,31).
El país del triunfante-doctor son
los Estados Unidos. En los EE.UU. no hay ninguna motivación para no ser un
triunfante-doctor. Quien en Norteamérica domina el juego del triunfante-doctor
consigue llegar a la cima del sistema: gerentes de empresa, obispos y
presidentes. Éste es uno de los motivos de que tan a menudo la mayoría de la
gente se sienta tan defraudada por sus dirigentes. Un buen día nos damos cuenta
de qué superficial es la esfera de la cima. Estas personas estuvieron toda su
vida tan ocupadas en trepar por la escala del éxito que ese esfuerzo se
convirtió en el único contenido de su vida. El triunfante-doctor es el
prototipo del norteamericano varón y blanco. Esta es la escuela de los jóvenes
del país. Éstos son los hombres jóvenes que se convierten en representantes
escolares y que ganan todas las demás elecciones. Todos los que no se
corresponden con este ideal se sienten inferiores e inseguros respecto de
ellos, como si no fuesen normales.
Al estar dentro, a los norteamericanos
les resulta increíblemente difícil apercibirse de las mentiras de sus sistema.
Después de que la flota de guerra americana derribara el avión de pasajeros
iraní, corrió entre los americanos el rumor de que Irán tenía, previamente
preparados, cadáveres mutilados que habrían echado al golfo pérsico para hacer
creer al mundo que nosotros habíamos abatido un avión civil. Algo así sólo se
le puede ocurrir a un triunfante-doctor enfermo. ¡América, el "imperio del
bien", está por encima de todo motivo turbio y no podría cometer nunca un
error así! Esta clase de engaño también es parte de nuestro sistema y modo de
vida, no sólo del americano. El resto del mundo tiene la imagen del americano
"feo", superficial y vacío, la imagen de un mundo artificial del
envoltorio y del plástico sin contenido sustancial. Claro que, los americanos
mismos, ni pueden ni quieren verse así.
R. Reagan era, como muchos presidentes
norteamericanos, un triunfante-doctor. Era previsible que sería elegido y
reelegido. En caso de que existiese la posibilidad de una tercera reelección,
hubiese seguido siendo el presidente. Representaba casi a la perfección el ser
colectivo de los Estados Unidos. Reagan era el americano pragmático, exitoso,
bien parecido y sin gran profundidad. Todos estos rasgos se corresponden a la
vanidad y a la superficialidad del triunfante-doctor no redimido. Si se rasca
un poco en la capa de laca que lo recubre, no se encuentra nada.
El triunfante doctor es un tipo del
bienestar. En los países del tercer mundo ni podríamos encontrar un porcentaje
tan alto de triunfantes-doctores como en nuestras sociedades occidentales. Pues
los pobres, desde sus primeros años, tienen que mirar cara a cara a la
carestía, al fracaso y a la derrota. Ellos tienen la vivencia de recibir
raramente lo que quieren, de no poderse liberar del dolor y de las penas. Los
EE.UU. tienen que andar un largo camino para encontrarse con su falsa identidad
colectiva, para oponerse a ella y para reconocer su debilidad por el engaño, la
mentira y la ilusión.
El color del triunfante-doctor es
el amarillo chillón. El amarillo llama la atención,
causa la impresión de insistencia, dinamismo y excentricidad y goza de una aura
propia (¡Luz!). Todo esto describe al triunfante-doctor no redimido. ‹‹Como el
más claro de todos los colores que es, muestra claramente el sentido y el fin de
la creación; deja pasar la luz e ilumina con ello los objetos. El amarillo se
convierte de esta manera en un elemento indicador dentro de los colores. Él
pregunta por los motivos que hay detrás de toda apariencia, los saca a la luz y
da respuestas. Él nos guía y nos conduce en nuestro camino, y lo ilumina con el
reconocimiento, sentido y entendimiento››. El amarillo es, al mismo tiempo, el
más vulnerable de todos los colores. La mancha o la turbiedad más
insignificante le hace parecer feo y agresivo. "De la misma manera que sólo hay una verdad, sólo hay un amarillo.
La verdad turbia es una verdad enferma,
es falsedad. Así pues, la expresión del amarillo turbio es la envidia, la
traición, la falsedad, la duda, la desconfianza y la demencia. En la prisión de
Cristo de Giotto y en la Última Cena de Holbein a Judas se le representa en
amarillo turbio".
El patriarca bíblico de todos los
triunfantes-doctores es Jacob, el impostor.
Ya en el vientre materno contiende con Esaú, su hermano gemelo, que llegó antes
al mundo. Jacob, un "hombre civilizado", es el preferido de su madre
Rebeca, mientras que su pare Isaac prefiere al rudo cazador Esaú. Una tarde se
aprovecha Jacob del cansancio y del hambre de su hermano para comprarle la
primogenitura, de la que todo dependía en oriente, por un plato de lentejas.
Cuando su padre ya afectado por la ceguera, yace en el lecho de muerte, obtiene
de hecho, por medio del engaño con la ayuda de Rebeca, la bendición de su padre
(la bendición es, según la concepción
del AT, la fuerza vital que transmite el "Shalom": salud, larga vida,
bienestar, felicidad, éxito; en suma todo lo que el corazón de un
triunfante-doctor desea): él se hace pasar por Esaú. Cuando su hermano vuelve a
casa, la bendición ya ha sido concedida. Jacob tiene que huir de la ira de Esaú
a Jarán, la residencia de su tío Labán. Durante la huida tiene un sueño en el
que ve abierto el cielo y puede observar cómo los ángeles de Dios ascienden y
descienden (¡la escalera como símbolo del ascenso y el descenso es importante
para un triunfante-doctor!).
En Jarán se enamora de su prima Raquel,
"muy esbelta y hermosa". Para recibirla como mujer, tiene que servir
a su tío durante siete años. Esta vez es él el engañado: la mañana siguiente a
la boda descubre que en su cama no está la mujer que él creía, sino la hermana
mayor de Raquel, Lía, cuyos ojos "carecen de brillo", Sin embargo,
Jacob no cesa en su empeño. Sirve a su tío otros siete años y por fin recibe
también a Raquel.
Entretanto, Labán se ha convertido por
medio de la ayuda de Jacob en un hombre rico. Pero Jacob siente la llamada de
su patria. A pesar de todos los temores quiere volver para reconciliarse con su
hermano.(Es un signo positivo el hecho de que un triunfante-doctor se confronte
con su pasado y esté dispuesto a asumir las consecuencias de sus errores). Como
pago al servicio de todos los años se le permite llevarse una parte de los
rebaños. Recurriendo de nuevo a una refinada trampa "vino a ser rico en
extremo, dueño de numerosos rebaños, de siervos y siervas, de camellos y
asnos".
En símbolo de buena voluntad, envía
legados con ricos regalos para anunciar su llegada, los cuales tienen que
procurar ganarse la buena disposición de Esaú. La noche antes del encuentro la
pasa Jacob solo a orillas del río Jordán, mientras los suyos ya han atravesado
el río. Un desconocido acude a su asentamiento y lucha con él. Pero Jacob no se
deja vencer. Sólo por un golpe traicionero en las caderas su oponente puede
someterle. Pero tampoco el Jacob tocado se da totalmente por vencido. Cuando el
extraño quiere partir en la madrugada, Jacob le sujeta y le dice: "No te
dejaré ir si no me bendices". El extraño le da a Jacob (estafador) un
nuevo nombre. "Israel (luchador de Dios), pues has luchado con Dios y con
los hombres, y has vencido". Al final se llega realmente a la
reconciliación entre los dos hermanos (Gn 25-33).
Ninguna otra figura bíblica se deja
enmarcar con tanta claridad como Jacob. Él lucha con Dios y con los hombres, ¡y
recurriendo a todas las triquiñuelas! Sorprendentemente Dios no le niega a este
discrepante personaje su bendición. El pueblo de Israel se ha identificado con
esta lucha entre el ser humano y Dios hasta hoy día.
A primera vista causan un efecto más
bien de antipatía otros dos triunfantes-doctores bíblicos: Judas y Pilato.
Ellos representan el dilema de las ambiciones no resueltas. Judas
traicionó a Jesús, según una teoría muy divulgada, para impulsarle a la acción
y para obligarle a que por fin tomara el poder como Mesías que era. Cuando se
dio cuenta de que las cuentas no le estaban saliendo bien, no concibió otra
salida que el suicidio. También su codicia (el dinero como símbolo del éxito)
es coherente con el cuadro trazado.
Pilato,
el político de carrera, estaba convencido de la inocencia de Cristo. Una
sentencia justa hubiese sido probablemente perjudicial para su futura carrera
profesional. En el interrogatorio hace las preguntas propias de un
triunfante-doctor. "¿Qué es la verdad?" (Jn 18,38). Él capta
perfectamente las intenciones del juego, pero sigue sus reglas porque no
consigue irrumpir a una nueva vía de la mentira a la verdad, la cual le sale al
encuentro en Jesús de Nazaret.
Conversión y redención
La invitación al triunfante-doctor es
la llamada hacia la esperanza. Sólo
una esperanza que vaya más allá de los éxitos de cara al exterior puede ayudar
a un triunfante-doctor a alcanzar la
profundidad y a conformarse con los fracasos del momento. San Pablo dejó
escrito: "Porque lo que aquí es para nosotros una tribulación momentánea y
ligera, engendra en nosotros de un modo maravilloso un caudal eterno de gloria, no atendemos
nosotros a las cosas que se ven, sino a las que no se ven. Porque las cosas que
se ven son temporales; pero las que no se ven son eternas" (2 Cor 4,
17-18). La esperanza quiere decir también no edificar nuestra vida sobre
nuestros propios objetivos, sino amarrarla a la voluntad de Dios y a los
objetivos globales del Reino de Dios. ¡Esto es lo realmente grande! Jesús dice:
"Buscad, pues, primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas" (Mt 6,33).
De hecho, los triunfantes-doctores
tienen que esforzarse para alcanzar
la profundidad. Tienen tendencia a dejar que sus sentimientos se atrofien. Si
le preguntas a un triunfante-doctor cómo se siente, es muy probable que no sepa
darte una respuesta porque lo ignora. Los sentimientos son un impedimento para
la efectividad y la organización. Por este motivo el triunfante-doctor deja sus
emociones en suspenso mientras sea el momento de llevar a cabo una tarea.
Puesto que el triunfante-doctor clásico siempre va detrás de algún proyecto
(algunas veces tres o cuatro al mismo tiempo), su mundo interior se queda,
demasiado frecuentemente, abandonado en el camino.
Para curarse y para ser redimido el
triunfante-doctor tiene que aprender a estar solo. Necesita un lugar de
recogimiento y de soledad, donde no se pueda sentir la reacción del entorno
humano, donde no haya aplausos y gestos de admiración. La oración contemplativa
y la meditación en silencio son los "medicamentos" adecuados. Cuando
un triunfante-doctor empieza a descubrir su mundo interior, por regla general
hace de ello al principio también un
proyecto: quiere meditar con éxito.
Se necesita un espacio de tiempo hasta que se dé cuenta de que se trata
precisamente de no hacer nada, no
experimentar nada, sencillamente estar
allí. Tan pronto como lo sepa se esforzará en "sencillamente estar
allí" y en "no experimentar nada" de la manera más exitosa
posible. El camino ventajosos a lo profundo exige del triunfante-doctor mucha
paciencia y la disposición a no experimentar nada especial durante todo un
periodo prolongado de tiempo.
En el recogimiento también se trata de
que el triunfante-doctor, ejerciendo la autocrítica, se encuentre con su propia
falsedad y con la presión de tener que obtener el éxito. Los
triunfantes-doctores tienen que masticar y digerir sobre todo sus lados
sombríos, su fracaso y sus derrotas, en vez de salir huyendo de ellas. La
confesión. "¡he fracasado! ¡estaba equivocado! ¡he mentido!" la
obtiene el triunfante-doctor a costa de grandes luchas por su superación.
Y hay otra dificultad añadida: el triunfante-doctor
no es cuestionado prácticamente en ningún lugar de la civilización occidental.
Nuestros criterios de "salud" son la capacidad de trabajo, amor y
placer. Las revistas femeninas y masculinas y las revistas del momento
confirman este sentimiento vital. Sin embargo, un triunfante-doctor cautivo de
sí mismo está tan necesitado de su redención como todos los demás. Simplemente
es más difícil reconocer una enfermedad como tal si todos los demás la
consideran "salud". La redención de un triunfante-doctor en nuestra
sociedad significa, según las circunstancias, despedirse de la comprensión y
del aplauso del entorno.
Al fin y al cabo, los
triunfantes-doctores sienten añoranza sin que en ocasiones ni lo sepan, no sólo
de la alabanza y el reconocimiento, sino también del verdadero amor. Reciben
tanto aplauso por sus éxitos que al final llegan a creer ellos mismos que eso
es todo lo que quieren. Se necesita mucho tiempo hasta que comprenden que hay algo más que el
reconocimiento merecido: el amor incondicional que no es necesario ganar con
esfuerzo.
Los triunfantes-doctores raramente
lloran, pero pueden estallar en lágrimas con vehemencia de vez en cuando, lo
que suele sorprender casi siempre a los demás. El lado infradesarrollado de sus
sentimientos consigue captar por fin oxígeno a través de las lágrimas:
‹‹Después de llorar me siento bien de verdad. Antes tengo, casi la mayoría de
las veces, la sensación de que nadie me conoce ni entiende. Pero después de
llorar la pena se ha marchado. Considero que en el llanto mismo hay una
consolación y que Dios me consuela en ese momento. ¡Tanto consuelo como
necesita un triunfante-doctor no redimido no lo puede dar en ningún caso
ninguna otra persona!››.
Todo triunfante-doctor sabe en sus
mejores momentos que él en realidad poseería un sentimiento muy poco
desarrollado de su propia valía, si se le arrebataran sus "productos"
(sarvakarmafalatyaga). Por este motivo a los triunfantes-doctores se le antojan
amenazadoras las situaciones como la enfermedad y la edad avanzada, en las
cuales ya no pueden ofrecer nada y su divisa: "produzco luego existo"
se desmorona: ‹‹no puedo arreglármelas con la enfermedad, igual que con el
verdadero "no-hacer-nada"››. Una de las misiones en la vida del
triunfante-doctor es comprender la enfermedad como señal de alarma y como
ocasión para la transformación.
El triunfante-doctor tiene que aprender
a quedarse parado de vez en cuando y a poner fin a la caza de nuevos éxitos y
proyectos. La pregunta: "¿cómo me siento de verdad?" a menudo no
puede apenas ser respondida por el triunfante-doctor. La percepción corporal
intencionada puede ser, junto con las propias imágenes de los sueños, un puente
hacia el alma. Una de las misiones en la vida del triunfante-doctor es también
escuchar cada vez más y con mayor precisión la voz de los propios sentimientos,
en vez de hacer sólo aquello que nos garantiza el reconocimiento del mundo
exterior.
Los triunfantes-doctores tienen que
aguzar sobre todo su conciencia y no deben permitirse ni los más
insignificantes desvíos de la verdad. En el "viaje hacia el interior"
el triunfante-doctor tiene que superar su profundo pero infundado miedo a que
detrás de sus propios papeles y de sus máscaras, acaso no exista en absoluto su
"verdadera identidad".
El triunfante-doctor debería precaverse
de su fantasía superactiva, la cual continuamente está ocupada en nuevos
proyectos y, en lugar de éstos, debería proponerse misiones en las que se
precisa el paciente trabajo exhaustivo, y en el que no se pueden esperar
resultados rápidos; también corre el peligro de inmunizarse a la crítica. En su
lugar debería aprender a investigar la pizca de verdad que hay en toda crítica.
El triunfante-doctor debe enfrentarse al
misterio de la cruz, que es el misterio del fracaso: Dios hace de nuestras derrotas sus -¡no nuestras!- victorias. Esto no
es una evidencia para un triunfante-doctor; esto no funciona; esto no se puede
integrar en el esquema de un arribista. El triunfante-doctor, en el camino de
su redención, se desprende de su presunción y comienza a tener esperanza en la
actuación soberana y no manipulable de Dios. Entonces afrontará con sinceridad
la propia vacuidad interior y la añoranza del amor. Renunciará a la seguridad
de un status, del dinero y del poder. Renunciará a construir su propio imperio
porque tendrá esperanza en la llegad del Reino de Dios.
...¿Y SI ADEMÁS, -desde su personal punto de
vista-, NO HA TRIUNFADO, NI ES DOCTOR, ENTONCES QUÉ...?...
Veamos el ejemplo de un
triunfante-doctor que por diversos motivos, que él nunca, por ahora,
reconocerá, no se siente valorado según él cree que es su valía, cómo reparte
coces contra casi todo lo que se mueve a su alrededor, y más si cree que esos
otros con menos esfuerzo que él obtiene más reconocimiento... y esto sin que
los otros tengan demasiada conciencia de qué es lo que pasa realmente...
Claro que con un determinado
"tiempo muerto" y con el análisis de sus propias palabras -un poco de
exégesis nunca viene mal- se puede llegar a dilucidar el verdadero meollo del
problema: el triunfante-doctor necesita sentirse el centro del universo... y
así no podemos llegar a ningún sitio. Terminaré más tarde o más temprano por
poner este trabajo en sus manos.., se puede llevar el caballo al río, más no se
le puede obligar a beber...
LA HISTORIA DEL FRAILE QUE NO MIRABA DURANTE LA COMIDA AL
HERMANO QUE TENÍA ENFRENTE...
28
de Marzo 2011
1º Correo Electrónico...
Querido HERMANO, cada vez que nos
encontramos de ese modo que solemos hacerlo, no puedo evitar preguntarme: ¿en
qué momento le pude yo "pisar el callo" a éste?
Porque estarás de acuerdo conmigo, en que siendo tú un río de simpatía con todo
el mundo, entre tú y yo parece haberse establecido una sombra de vacío, y
soy de la opinión de que si estas cosas se dejan lo único que hacen es crecer y
para peor.
Por mi parte tengo que decir que
desconozco el motivo de por qué esto es así. De hecho tú y yo jamás hemos
convivido ni dialogado lo suficiente como para manifestar nuestro desacuerdo o
repulsa por el comportamiento o las opiniones del otro; al menos
conscientemente. Podría ser cosa de "tripas", pero tú tienes
conocimientos de psicología, y no tiene por qué dejarte dominar por eso. Y si
es algo que yo he hecho ¿te importaría decirme qué?... porque si esté en mi
mano arreglarlo, creo que podría hacerlo. Claro que, ¿podrías hacerlo tú?...
Soy de la opinión de que estas cosas
pueden hablarse y arreglarse, siempre que se tenga voluntad de hacerlo... En
fin, tú dirás...
Contestación por Correo
Electrónico: 29 de Marzo de 2011
...querido
PRAIDOMAR, paz y bien...
...he de decir que te honra este
correo, aunque viéndonos "casi semanalmente" (si me es posible quedar
a comer) hubiera sido mejor que me lo dijeras en directo, hubiera sido la caña
de España.... es así...
...dicho esto, creo que da igual
"mi callo" que no uso de momento, la "sombra de vacío" que
es una expresión muy difusa; mi simpatía desde luego y mi formación... porque
todo parece irónico. Acepto que es una forma de "humor",
pero para que el humor con ironía sea bien recibido ha de haber confianza o, al
menos, un conocimiento mínimo de las personas y, como bien dices, nunca hemos
convivido ni tenido un diálogo prolongado... Si no hay esa confianza y/o
conocimiento no es humor desde luego...
...lo que sucede seguramente, cosa
en la que he pensado repetidas veces es que no hay "chispa"
porque no te entiendo, como le pasa a otros hermanos nuestros... no te
entiendo, no entiendo tu forma de comunicación y tu falta de "formas"
en la comunicación más habitual... es una limitación grande que yo tengo... me
parece que fallan las formas elementales de formalidad: un saludo normal de
buenos días en lugar de frases hechas que nadie entiende o de citas de autores
o de...; un poquito de delicadeza en el tono de voz para relacionarse con los
demás, un poquito de afabilidad y tacto... estas cositas básicas de las que
están hechas las relaciones humanas... un poquito de "por favor"...
yo he sido educado así y me parece que es útil para la vida real, la de carne y
hueso, sobre la que se fundamentan las demás cosas de la vida...
...cuando no entiendo algo o a
alguien, lo único que hago es tomarme mi tiempo para no prejuzgar nada ni
a nadie, esperar el tiempo necesario para entenderlo y acoger lo que venga
sin que por ello surja la necesidad de tener que hacer "amigos" en
todas partes o ser amigo de todas las personas... de lo que no tengo duda
es de que he de ser hermano de todos, de todas las criaturas, y eso lleva su
tiempo, al menos a mí...
...un saludo
de paz y bien
TU HERMANO ALFA...
TU HERMANO ALFA...
(...)
Ante esto, contesté disculpándome por mis
"duros modales" -que reconozco padecer a veces; en casa no nos
dábamos los ¡buenos días! por la mañana- y dando gracias porque está bien que
de vez en cuando alguien te diga "que estás meando fuera de tiesto".
Si bien puse hincapié en la diferencia entre "retirar la palabra y
retirar la mirada".
(...)
Continué con mi trabajo, y esa tarde
ilustré el siguiente texto de Adolphe Gesché, de su libro "El Mal": "El ser humano
es fundamentalmente el ser que necesita de la alteridad para comprenderse y
medirse. Esta necesidad es tan profunda que a veces la alteridad debe
presentarse incluso bajo la forma de un adversario. Tal es sin duda el sentido
profundo del combate misterioso de (el ángel de) Yahvé con Jacob (Gn 32,25). Como
si Dios tuviera que tomar la forma de un enemigo y el ser humano la de un
combatiente, para que la alteridad de Dios sea realmente provechosa para la
persona. En esta terrible cuestión del mal, ¿no será quizás Dios, de algún
modo, aquel contra quien el ser humano tiene que ejercitar sus puños, el ECCE
HOMO que acepta que lluevan los golpes sobre él?...
...Seguramente que todas las
apologías son mentiras de niño, no obstante, la eliminación de Dios tampoco
explica el sufrimiento ni mitiga el dolor.
...Quizá sea necesario haber pasado
por un "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", para tener
derecho a una respuesta y ser "capax
Dei".
(...)
Curiosamente,
al atardecer, recibo otra carta en la sacristía de la iglesia de Santa Clara,
escrita ayer, 28 de marzo 2011, por UNA HERMANA, que dice así:
Querido hermano, paz y
bien...
Te extrañará mi carta ¿verdad? Lo
extraño es que después de tanto tiempo no te haya vuelto a escribir. Todo tiene
su tiempo y su momento.
En primer lugar, creo que la única
razón de escribir, es para decirte
GRACIAS
*Por tus
homilías que me vienes dejando una semana tras otra, con tanta delicadeza,
discreción y cariño de hermano. Me ayudan mucho durante la semana. Me gusta
hacer mis síntesis, mis propias preguntas y respuestas. Aunque te parezca una
tontería, para mí son tesoros en un desierto, agua que refresca mi sed. Cada
vez me gusta más cómo enfocas los temas, cómo vas desgranando y personalizando las lecturas, el Evangelio.
*Por tu
testimonio de sencillez, de bondad, de hombre pacífico. Por esa paciencia y
atención que tienes con nuestro "abuelito" Luis, que es un encanto.
*Por tu
cercanía, tu distancia, disponibilidad, discreción, por tu silencio y tu
respeto. Aunque sólo nos vemos en la Eucaristía, todas estas actitudes las
vamos percibiendo en ti.
*Por tu
simpatía, por tu buen sentido del humor, por ese deporte de enfocar
positivamente las dificultades de tu vida. Este detalle me sorprendió en ti la
tarde que viniste a darnos el "retiro". Yo pensaba que eras tímido,
aislado, cerrado y me di cuenta de que no era así...
*...Por ti
mismo, por todo lo bueno que Dios hace en ti y contigo y a través de ti en
todas las personas que estamos cerca.
*Porque
tengo la impresión de que te ves sintiendo más en tu casa, más acogido y
acogedor. Se te nota en tu forma de proclamar, en tu tono de voz, en esa
serenidad progresiva.
En fin, por tantas cosas que sólo
Dios valora.../.
Estas coincidencias tan dispares en
el mismo día hicieron
que me detuviera a meditar sobre el asunto. Una carta por la mañana y otra al
atardecer, dirigidas a la misma persona y tan dispares, por no decir
contrarias, en sus apreciaciones. Tengo que decir que no busqué ni una ni otra.
La primera la recibí porque me quejé de que "por segunda vez"
MI HERMANO se sentase frente a mí en la mesa y se pasase toda la comida "no
sólo negándome la palabra, sino hasta la mirada", lo que indica
que ya
existe un juicio previo, y me temo que no precisamente exculpatorio. Le
pedí que me explicase el por qué de su actitud conmigo, pues no recuerdo ningún
"encontronazo"
entre ambos...
Una primera lectura de su carta me
hizo ver y recordar que a veces, inconscientemente, puedo ser bastante duro en
mis expresiones más cotidianas. Siempre terminamos siendo el fruto de la
educación recibida. Para mí es muy importante la mirada (-"quien se niega
a verte niega, de alguna forma, tu vida"-). De hecho el origen de la
cultura tiene mucho que ver sobre la víctima a la que nadie quiere ver y nadie
recuerda.
Esto me llevó a una segunda lectura más detenida
de la carta de mi hermano para ver qué decía con lo que decía:
-
Dice: "te honra" este correo...: ¿Eres tú el que reparte
entre tus hermanos los títulos de honradez? ¿Quién te ha constituido en
juez?... Ya existía pues, el juicio previo, que no es precisamente
absolutorio...
-
Dice: ...hubiera sido
mejor que me lo dijeras en directo: ¿Cómo se habla con quien no te ve,
con el que ni siquiera se digna dirigirte la mirada?...
- Dice:...expresión
muy difusa: Me refería a estar toda la comida sin mirar al que tienes
en frente, si no lo ves, difícilmente
podrás dialogar con él.
- Dice:...no
hay "chispa" porque no te entiendo, como le pasa a otros
hermanos nuestros...: Aquí al juicio se añade el término "somos
legión". Dice el salmo: ¿Quién podrá entender el corazón
humano?... Lo curioso es que no alcanzando a entenderme si se alcance a
condenarme...
-Dice:...no
entiendo tu forma de comunicación y tu falta de "formas":
"Mea culpa", reconozco que podría ser más delicado en el trato, que a
veces me comporto como un animal en un corral...
-Dice:... frases
hechas que nadie entiende: Otra vez se erige en portavoz del grupo "somos
legión"...
-Dice:... un
poquito de delicadeza en el tono de voz para relacionarse con los demás, un
poquito de afabilidad y tacto... estas cositas básicas de las que están hechas
las relaciones humanas... un poquito de "por favor"... yo he sido
educado así y me parece que es útil para la vida real, la de carne y hueso, sobre
la que se fundamentan las demás cosas de la vida...: ¿Es esta educación
la que te lleva a sentarte a comer frente a un hermano tuyo y no ser capaz ni
de dirigirle la mirada, no la palabra, la mirada? Hay un juicio en estas
palabras, tan inconsciente, que seguramente ni el hablante lo perciba...
-Dice:... lo
único que hago es tomarme mi tiempo para no prejuzgar nada ni
a nadie: Estas palabras quedan desmentidas por la actitud del
silencio, que originó todo esto, que es la prueba de que ese juicio ya se ha
producido y genera esa actitud con la que de algún modo se trata de castigar a
alguien...¿Quién te ha nombrado juez entre nosotros?...
Nos avisa el profeta Ezequiel: "Si no
corriges a tu hermano, a ti te pediré cuentas de su extravío"...
Te he preparado un Cd-Rom con todos mis
cuadros y sus posibles explicaciones; ya he dado alguna tanda de
Ejercicios Espirituales con ellos, y puedo seguir haciéndolo. Se llama el
CD-Rom: {{{Teología pictórica
fundamental del siglo XXI:...desde el AT (Eclesiastés),
pasando por el NT (Gálatas, Filemón,
Romanos, 1ª Juan) a través de San
Juan de la Cruz y el Testamento del
Pájaro Solitario (J.L. M. Descalzo), con: Fe, Verdad y Tolerancia -el cristianismo y las religiones del mundo- (J.
Ratzinger), hasta parte de: La Fe de los
Demonios (Fabrice Hadjadj) y finalmente: La Humanidad Re-Encontrad en Cristo (Antropología teológica de René
Girard a través del Francisco García Martínez)}}}. Te llevará tiempo su contemplación y lectura, pero puedo
asegurarte que tras hacerlo, si es esa tu voluntad, seguirás sin entenderme... ¿Quién
puede entender el corazón humano, sino Dios?...
Recibe un
fuerte abrazo y un afectuoso saludo de tu hermano PRAIDOMAR...
Hoy, día 30 de marzo, le mandé todo
esto en un correo electrónico, para que supiese que me había tomado tiempo con
su correo, haciendo una pequeña exégesis. Pero no ha debido gustarle, porque
esto es lo que me ha contestado:
...no
entiendo nada de esa disección que no tiene nada que ver con cuanto yo he
dicho...
...con toda sencillez
he contestado a un correo, no escribí una carta, te ruego por favor que no me
escribas más cartas y que no me envíes cartas de otras personas (la monja)
porque desconoces cuanto yo sé de esa persona/situación... no me prepares un CD
que no entiendo nada de arte, no entiendo nada... te lo agradezco igualmente...
...y, por
favor, no me juzgues y si lo haces, no me lo cuentes por favor y no me
constituyas en algo que no soy ni tiene nada que ver con mi persona...
...ahora
salud y paz... buen día con mis mejores deseos
TU
HERMANO ALFA...
...¿POR QUÉ
TENGO LA IMPRESIÓN DE QUE SE HA ENFADADO?...
Curiosamente,
en la grafología, es fundamental escribir como a uno le sale, sólo así salimos
de nosotros mismos, otra cosa es si nos gusta lo que vemos...
(...)
Querido Praidomar: Paz y Bien.
He
leído tu correo. Lo he leído con atención. Supongo que el hecho de enviármelo
es un modo de pedirme algo de luz para una situación que se ha vuelto oscura,
es más, que parece envuelta en una oscuridad destinada a ser permanente.
Han
chocado dos trenes. Y ninguno de los dos maquinistas ha tenido la habilidad y
la precaución de meter los frenos a tope y a tiempo.
Ahora
os encontráis descarrilados y hermanos, separados y parte de la misma familia,
desencuadernado el hoy de vuestras relaciones y sin esperanza de un lazo de
unión para el mañana.
No
habéis hecho un buen negocio.
Solemos
decir, con palabras de san Francisco, “el Señor me ha dado hermanos”. Yo puedo
añadir por mi cuenta: “el Señor me ha dado hijos”, y vosotros lo sois, los dos.
El
otro no ha recurrido a mí, y nada puedo decirle. Me limitaré a decirte a ti,
encerrando en estas palabras el cariño que he de tener a los dos.
Cuando
nos marcamos un objetivo –en este caso, mejorar una relación-, hemos de
discernir cuidadosamente el camino que vamos a seguir para alcanzarlo. Cuando
el objetivo tiene algo que ver con otra persona, entonces todo se vuelve más
delicado, más complejo, más difícil.
Si
me hubieses preguntado sobre la primera carta antes de enviarla, te hubiese
dicho: no la envíes. No era el camino para el encuentro. Puede que en ese
primer momento a ti tu pareciese que lo sería, pero ahora ya sabes que no lo
era. Ahora sabes también que se ha hecho muy difícil encontrar otro camino.
No
podemos reclamar palabras de nadie, tampoco miradas. Si las reclamas, nunca las
agradecerás. Sólo podemos pedirlas y agradecerlas, como quien recibe algo que
no se le debe.
Deseo,
querido PRAIDOMAR, que recorras conmigo ese camino que lleva desde lo humilde a
lo fraterno: nada tenemos que exigir, casi me atrevería a decir que ni siquiera
vamos a pedir nada; nos basta con que los demás acepten el ofrecimiento de
nuestra pequeñez, aún más, que sean libres también para no aceptarlo. De
aquella, no nos quedamos sin hermanos; simplemente nos quedamos sin
pretensiones; y hasta podemos empezar a soñar con un hermoso “sólo Dios basta”,
lejos de cualquier orgullo, lejos de cualquier pretensión de grandeza
espiritual, tan cerca de los hermanos como puede estarlo de nosotros con su
amor el buen Dios.
Necesitamos
desarmar nuestros sentimientos, dejar paso al espíritu del Señor. Éste es un
largo camino. Me encontrarás en él si quieres recorrerlo conmigo y con la
gracia de Dios.
Con
todo cariño, tu hermano OMEGA.
¡GRACIAS,
OMEGA!... pero
mira: También a nuestro Señor Jesucristo se le podría haber dicho que podría
haber dialogado de otra forma con el Sanedrín -que ya le había condenado, antes
de comenzar todo diálogo-... Pero Él no nos deja anteponer la Paz a la Verdad y
la Justicia ¿no?... Y en lo del "choque de trenes", ya se ha
producido, es cierto, sólo que un tren estaba allí parado y el otro vino a
incrustarse contra él... quizá porque se cree dueño de la vía y de cómo ha de
ser un tren...
No estoy queriendo demostrar que
tengo razón... Como el profeta Miqueas sugiero: "¡Si no corriges a tu
hermano, a ti te pediré cuentas de su extravío!"... Yo sabía que
le iba a doler la exégesis final, como a mí me dolió lo que él me dijo, pero
recordé que yo ya sabía que algo así me pasaba y me pasa, lo reconocí, lo
acepté, le pedí perdón y le di las gracias...
Por mi parte no había nada más que
decir... Y así lo dejé... "Porque en ningún momento estaba exigiendo
palabras ni miradas", "ni amigos a la fuerza"...
También en la exégesis de la carta
aparezco yo como culpable... El problema está en que él no quiere reconocer que
también lo es, porque a mi correo de disculpa y agradecimiento no respondió de
ninguna manera, lo cual indica que era todo lo que él esperaba del asunto. Lo
imperdonable en mí habría sido no decirle oye, mira, que la mierda te llega
hasta los sobacos... Y es que como dice nuestro hermano Richard Rohr: Por alguna razón, los presumidos se sienten amenazados por cualquiera
que vaya en el trayecto más allá que ellos mismos.
De algún modo, el conflicto no hace más que marcar fases en el proceso
de crecimiento. En fin, ya lo único que deseo es que finalmente no terminemos
los dos condenando a nuestra hermana clarisa... ¡¡¡GRACIAS DE NUEVO!!!...
Un abrazo de tu hermano PRAIDOMAR...
Mt 1, 1-17
Si se
nos pidiera hoy contar a alguien que no sabe nada sobre el cristianismo el
relato básico de Jesucristo, ¿por dónde empezaríamos? Para Mateo, el origen de
Jesucristo empieza con Abrahán que engendra a Isaac. Es decir, el relato de los
patriarcas hebreos, de los reyes de Judá y de otros tantos israelitas es la
primera escena del relato de Jesucristo. Esta genealogía contiene la teología
esencial del Antiguo y del Nuevo Testamento que la Iglesia entera –ortodoxos,
católicos y protestantes- debería proclamar.
El
relato del origen de Jesucristo, según san Mateo, comienza con los patriarcas,
cuando Abrahán engendra a Isaac. ¿Dónde queda el hermano mayor de Isaac,
Ismael? Luego Isaac engendra a Jacob, ¿y dónde queda el hermano mayor de éste,
Esaú? ¿No estará reconociendo el Israel del AT que su ocupación del país de
Canaán fue en parte una usurpación de tierras de otros pueblos que tenían
derecho a reclamarlas? Tras Jacob viene Judá. ¿Pero no había sido José el mejor
de los hermanos? Al contrario Judá vendió a su hermano y se acostaba con
prostitutas. Al proceder así, el evangelista Mateo es fiel a la idea del AT
según la cual Dios no suele elegir al mejor, ni al más noble, ni al más santo.
Dios no actúa según los méritos humanos, sino que manifiesta una gracia
impredecible. Esta genealogía nos está diciendo que el relato de Jesús contiene
tantos pecadores como santos, y no está escrito con renglones derechos, sino
con los renglones torcidos de mentirosos, traidores e inmorales.
Conviene
no olvidar que es el mismo Señor quien nos dice: “Mis pensamientos no son los
vuestros, ni vuestros caminos los míos”. De ese modo, la lista de reyes
que siguen a los patriarcas también deja bastante que desear. Pues a excepción
de Ezequías y Josías, que pueden ser considerados fieles a la Ley de Dios, el resto fueron
una extraña mezcla de idólatras, asesinos, incompetentes, deseosos de poder y
polígamos derrochadores. El mismo David es una mezcla de santo y pecador
(Betsabé).
La parte
final de la genealogía suelen ser mayoritariamente desconocidos cuyos
nombres no entraron en la historia sagrada por haber hecho algo significativo.
Y, sin embargo, ellos fueron los vehículos de la restauración. Éste es otro
indicador de que la gracia de Dios es impredecible y realiza su propósito a
través de personas que son consideradas por los demás poco importantes y poco
memorables.
También
tenemos el dato inesperado de cinco mujeres, una elección
realmente sorprendente. Nada se nos dice de las santas esposas de los
patriarcas: Sara, Rebeca, Raquel. Mateo empieza con Tamar, una extranjera
cananea, que se vistió de prostituta y sedujo a su suegro Judá, al negarle éste
lo que en derecho le correspondía, así impidió que se extinguiera la raza de
Judá. La cananea Rajab, una prostituta cuya bondad al proteger a los espías de
Israel hizo posible la conquista de Jericó y fue considerada como un modelo de
fe. Rut,
la extranjera moabita, con el desprecio que los israelitas sienten por los
extranjeros. Y Betsabé, víctima de la lujuria del rey David. Todas estas
mujeres tuvieron una historia matrimonial que contenía elementos de escándalo y
menosprecio humanos; sin embargo, fueron instrumentos decisivos del Espíritu de
Dios para continuar la línea sagrada del Mesías. Finalmente también la
situación marital de María es peculiar, dado que está
embarazada sin haber tenido relaciones con el varón con quien se ha desposado.
Si al
principio había santos y pecadores, lo mismo sucede al final: Pedro que negó a
Jesús, Pablo que lo persiguió, y tantos pecadores y santos entre quienes llevan
el nombre de cristianos. El Dios que escribió al comienzo con renglones
torcidos, escribe también la continuación con renglones torcidos, y algunos de
ellos son nuestras vidas y testimonios. Cualquiera puede contribuir a la
continuación del relato de Jesucristo en el mundo. El mensaje de la genealogía
es una invitación que nos capacita. Los “cristianos”
que proclaman que creen en Jesús y lo aman, pero no pueden aceptar a la Iglesia o la institución
porque está muy lejos de ser perfecta y a veces constituye un escándalo, no han
entendido el comienzo del relato y, en consecuencia, no están dispuestos a
afrontar el desafío de la continuación.
La
gracia de Dios puede actuar incluso en personas como nosotros. El auténtico relato de la continuación de
Jesucristo es que Jesús llamó a Pedro y Pablo… Pablo a Timoteo… alguien te
llamó a ti… y tú debes llamar a otra persona…
Su árbol
genealógico dice claramente que Jesús fue, ante todo y sobre todo, humano. Él
conoce los peligros de la historia y la lucha de la vida. Él es el signo del
amor de Dios a la familia humana. Él, su misma lista de antepasados lo
evidencia, es aquel que conoce el barro del que estamos hechos y, sin embargo,
nos ama.
¿QUEDARSE
O MARCHARSE?
Desde el
comienzo, y a lo largo de la historia, Pedro ha sido una roca inestable, causa
de escándalo y corrupción; y, sin embargo, son él y sus sucesores quienes
tienen encomendada la tarea de mantenernos unidos para dar testimonio en la
Pascua, de la victoria sobre el poder que tiene el pecado para dividir. Por
tanto ocurra lo que ocurra, la Iglesia no se librará fácilmente de mí. Puede
que nos avergüence admitir que somos católicos; pero debemos recordar que Jesús
se juntó con personas indignas desde el comienzo mismo de su ministerio.
EL
GRAN MÉDICO
La
próxima vez que sientas como que Dios no puede usarte, recuerda: Noé se
emborrachaba, Abrahán era muy viejo, Isaac un soñador, Jacob era tramposo y
mentiroso. Lea era fea, José fue abusado, Moisés era tartamudo, Gedeón era
miedoso, Sansón tenía el pelo largo y era mujeriego, Jeremías y Timoteo eran
muy jóvenes, David fue adúltero y asesino, Elías tenía un temperamento suicida,
Isaías predicó desnudo, Jonás huyo de Dios, Nohemí era viuda, Job estaba en
bancarrota y maldijo a Dios maldiciendo el día en que nació, las cuatro mujeres
que aparecen en la genealogía de Jesús en el evangelio según san Mateo: Tamar
adulteró con su suegro Judá, Rajab había sido prostituta, Rut era extranjera, y
Betsabé, la mujer de Urías adulteró con David, Pedro negó a Cristo, los
discípulos abandonaron a Cristo, Marta se preocupaba por todo, la mujer
samaritana era divorciada, más de una vez, Zaqueo era muy pequeño, Pablo era
muy religioso y fanático, Timoteo tenía úlcera...¡Y Lázaro estaba muerto!... y
hay más... Aún así, ¡¡¡Jesús los ayudó a todos!!! Así que, ¡No más excusas!
Dios puede usarte y llevarte a tu máxima potencia -¡claro que te ha de doler
romper tu antigua cáscara!-. Además, tú no eres el mensaje, sólo el mensajero.
En el círculo del Amor de Dios, Él quiere utilizar todas tus capacidades...
Pero hay diez cosas que necitas entender:
1.- Dios
espera frutos espirituales, no obras religiosas.
2.- No
hay una llave para la felicidad. La puerta siempre está abierta...
3.- El
silencio muchas veces es mal interpretado, pero nunca inoportuno.
4.- Haz
los cálculos... cuenta tus bendiciones.
5.- Fe
es la habilidad de no entrar en pánico.
6.- Si
te preocupas es que no oraste. Y si oraste, entonces no te preocupes.
7.- Para
un hijo de Dios, la oración es como llamar a casa todos los días.
8.- Lo
más importante en tu casa son las personas.
9.-
Cuando te enredes en tus problemas, quédate quieto. Dios quiere que nos
quedemos quietos, así Él puede deshacer el nudo.
10.- El
rencor y la amargura son como granadas de mano. Debes soltarlos antes de que te
destruyan.
¡¡¡Qué
tengas un gran día!!!
El Hijo
está iluminando tu vida y todavía puede usarte...
Sé más
amable de lo necesario, porque cada persona que conozcas está luchando sus
propias batallas. Vive con sencillez, ama generosamente, preocúpate
sinceramente, habla con amabilidad...
El
resto, déjaselo a Dios...
¡¡¡Dios
te bendiga!!!
.../...
...
Experiencias como la que tu narras del silencio, y de ignorar al hermano hasta
hacerte ver que no existes, desgraciadamente las he vivido en varias
ocasiones, y precisamente en fraternidades internacionales como las nuestras,
con hermanos de mi propia provincia, son experiencias que al principio me
hacían sufrir, que luego me daban rabia, y que ahora me hacen sentir compasión
por el ignorador que se convierte en víctima de su propia incapacidad
de autoaceptación y de aceptar al otro tal y como es en su riqueza y
diferencia...
.../...
¿Por qué tendemos a despreciar lo que nos
supera o no somos capaces de apreciar?(Mc 3, 22-30). La libertad nos
permite recapacitar sobre nuestras respuestas y juicios, pero también puede ser
utilizada para cerrarnos en banda incluso a la acción de Dios.
¿Qué es la blasfemia contra el
Espíritu Santo? ¿Por qué es el pecado más grande? No debemos imaginar este
pecado como una palabra mal dicha. La blasfemia contra el Espíritu Santo es
cerrarse absolutamente a la acción de Dios en nuestra vida. ¿Por qué no
se puede perdonar? Porque si usamos nuestra libertad para cerrar, sólo nosotros
tenemos la llave para abrir.
En nuestra vida tendríamos que conjugar los
esfuerzos humanos con la confianza en Dios y la docilidad a sus planes. Eso nos
haría más humildes ante los éxitos y más preparados a encajar sin actitudes
trágicas los fracasos.
Pecar contra el Espíritu Santo significa
negar lo que es evidente, negar la luz, taparse los ojos para no ver...
Hoy, nosotros, si sabemos que ha
llegado el Reino y que Jesús es el más fuerte y nos ayuda en nuestra lucha
contra el mal. Aún así, debemos mantener una actitud vigilante para con
nuestros propios comportamientos y ser siempre capaces de preguntarnos: ¿vemos
todo lo que tendríamos que ver? -en el Evangelio y en los signos de los
tiempos-. ¿No tenemos una cierta tendencia a juzgar drásticamente a los que no
piensan como nosotros, en la vida de familia, o en la comunidad, o en la Iglesia? No llegamos a
creer que están fuera de sus cabales o poseídos por el demonio, pero si es
posible que los cataloguemos como pobres personas, sin querer apreciar ningún
valor en ellos, aunque lo tengan...
...Ya
vale...
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