LA CREACIÓN
Aunque
el texto Gn 1,1-2,4a está colocado primero en la Biblia, otras
afirmaciones líricas de los Profetas y los Salmos son muy anteriores en lo
referente al tema de la creación. Este texto es una especie de narración
litúrgica que relata la historia del creación de una forma muy
estilizada. Convencionalmente, se comprende este texto como una afirmación
litúrgica frente a las tentaciones de los dioses babilonios en el exilio, lo
cual concuerda con el Isaías del exilio.
Es bien sabido que el primer
versículo de la Biblia es problemático desde el punto de vista gramatical y que
quizá no pueda tomarse una decisión de acuerdo con principios puramente
gramaticales. Me inclino a considerar Gn1,1 como una proposición subordinada
temporal, interpretada como: "Cuando Dios comenzó a crear...", que
convierte el v.2 en la proposición principal de la frase inicial de la Biblia.
Esta manera de comprender la gramática del versículo sugiere que lo afirmado es
que Dios está actuando sobre una realidad ya presente (el caos), a la que Dios
ordena por medio de la palabra y da vida por medio del aliento (espíritu). A lo
largo del resto del capítulo, Dios continúa creando mediante la palabra y la
acción un mundo vital de orden, vigor y fecundidad que posibilita la vida y
que, en últimas instancia, es considerado por Dios "muy bueno"
(v.31).
Esta retórica pretende mostrar que Dios
está al mando de una forma serena y soberana. Aquí no hay lucha, no hay
ansiedad, no hay riesgo. Si es cierto, como mantiene el consenso crítico, que
se trata de un texto exílico, entonces la intención y el resultado de esta
narración litúrgica es que al ser expresada se origine un mundo generativo bien
ordenado y plenamente fiable para los israelitas exiliados en Babilonia. El universo
ofrecido en estas expresiones litúrgicas es "un mundo de contraste",
en comparación con el mundo del exiliado, lleno de amenazas, ansiedad e
inseguridad. De acuerdo con esta realidad, el caos ya existente en el v.2
representa la realidad del exiliado (una vida llena de riesgos y desorden). El
resultado de la liturgia es crear un mundo alternativo en el que se ordena la
vida, algo posibilitado por la palabra y la voluntad poderosa de Yahvé. Los
israelitas del exilio pueden habitar en este mundo y, si así lo desean,
retirarse (emocional, litúrgica, política y geográficamente) del desordenado
mundo de Babilonia, que queda tremendamente deslegitimado en este relato.
Este relato litúrgico presenta la
actividad creadora de un orden por parte del Dios de Israel, la cual encuentra
su culmen en el Sabbath (Gn 2,2-3). Este descanso sabático está dispuesto en el
tejido y en la estructura misma de la vida creada. Sin embargo, incluso si el
Sabbath recibe una significatividad cósmica, las prácticas del día de descanso
siguen siendo de forma concreta y precisa una promulgación judía, por la que
los judíos en el exilio babilónico (y en cualquier otra circunstancia) se
distinguen a sí mismos de manera visible y pública de un mundo que se deja
llevar demasiado por la fuerza de la ansiedad y del control incansable. Una vez
más, al igual que en Jr 10,6 y Am 4,13, la retórica de la creación se pone al
servicio de la identidad y la conducta de una existencia judía consciente de
sí. Israel no tiene interés alguno en dar testimonio de Yahvé como aquel que
crea, a no ser que este pueda ser
vinculado a los aspectos prácticos de la vida en fidelidad en el mundo.
.../...
Cualquier estudiante del tema de la
creación en el AT inevitablemente debe enfrentarse al tema de si el AT reivindica
la creación ex nihilo: ¿Creó Dios de la nada? Es correcto,
así como convencional, decir que no hay prueba carente de ambigüedad de tal
afirmación antes del segundo libro de los Macabeos, que es muy tardío en la fe
de Israel. Otros textos, quizá incluso Gn 1,1-2, permiten, pero no exigen, tal
lectura. Las grandes reivindicaciones hechas a favor de Yahvé admitirían esa
radical afirmación de soberanía, pero Israel parece no haberlo dicho ni
conceptuado de esa manera. Y si no es ex
nihilo, nos vemos obligados a deducir que Israel comprendió la actividad
creadora de Yahvé como formación, modelado, gobierno, ordenación y
sostenimiento de un mundo creado a partir de "la realidad del caos"
que ya estaba ahí. A diferencia de algunas tradiciones especulativas, Israel no
manifiesta interés o curiosidad por el origen de la "realidad de la
creación". Está simplemente ahí como un dato, al que luego Yahvé se dirige
de forma señorial.
Esta forma de comprender la creación
puede sorprender a algunos como una afirmación inadecuada que parece ceder algo
crucial del poder omnímodo de Dios. No obstante, parecería que esta cuestión no
preocupó ni a Yahvé ni a Israel. La percepción más importante, a mi juicio, es
que lo que puede aparecer como una concesión teológica a la "terquedad"
de esa realidad, de hecho, es una virtud pastoral característica de la fe de
Israel. Es decir, la fe de Israel está por lo general en medio de las cosas,
respondiendo a lo que aparece concretamente "en la vida real". Y lo
que aparece -a diario y en todas partes, en tiempos pretéritos y en nuestros
días- es una vejación, son unos problemas y una destructividad que parecen
descontroladas y libres. Podemos decir que todo ese mal es consecuencia del
pecado, pero Israel rechaza esa conclusión, si por pecado se entiende fracaso
humano. El mal simplemente está ahí, a veces como consecuencia del pecado
humano, a veces como un dato, y ocasionalmente se culpa a Dios. Jon Levenson ha
defendido convincentemente que, según los textos del AT, en el mundo se encuentra
en libertad algo incontrolado y destructivo que aún no ha sido colocado bajo el
dominio de Yahvé. Mientras se promete que Yahvé prevalecerá sobre esas
fuerzas contrapuestas, es obvio que Yahvé todavía no ha logrado ese dominio y
ahora no prevalece. Además, Fredrik Lindström ha mostrado que en muchos salmos
esa fuerza mortal penetra en medio de Israel solo cuando y donde Yahvé está
ausente, es negligente o no presta atención.
Teología
del Antiguo Testamento
Un
juicio a Yahvé
Walter Brueggeman
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