ENCANTADO...
Tomar
conciencia no es sólo y sin más saber, sino también, y quizá primordialmente,
ignorar. Esta frase, es decir, la anterior, la primera de esta página, parece
que suena bien, y es muy probable que ese sea su único mérito.
Apartó
a un lado las ramas de los arbustos y miró, vio y contempló, por este orden,
protegido por la noche, un momento de la danza del fuego... Se esforzó por
comprender la sonrisa de la víctima, la que finalmente ardió, aquella a la que
consumieron las llamas, pero su razón, ese hueco entre las orejas al que se le
supone detrás de los ojos, le seguía definiendo todo aquello como locura.
Tuvo
una intuición entonces, pero fue incapaz de explicarse, y lo cierto es que
desde hacía tiempo había dejado a un lado el deseo de comprenderse. También de
lado había dejado otros deseos, no cumplidos, y por los que terminó dando
gracias a Dios. Desde hacía algún tiempo sentía una mayor atracción por todo
cuanto no podía adivinarse, una ludopatía con los mismos derechos que las demás...
Curiosamente
una intuición parecida había sufrido en el origen de aquello que durante tanto
tiempo había tomado por un final. Desde entonces sus movimientos iban tras sus
presentimientos, y nadie tan sorprendido como él, a veces, por su propio
comportamiento. Luego, a todas luces, se encontraba en movimiento; él, que por
no hacer, así de taoísta se revelaba a veces, ni tan siquiera hacía sombra.
Se
detuvo a mitad de parábola, en el aire, olvidando la gravedad, la que fuese, y
exclamó: ¿Hasta cuándo tendré que soportaros?...
Cronos
despertó entonces, tan bruscamente, que el orden en que andaba soñando al
universo casi se viene abajo. Pánico y temblor se apoderaron de todas las
galaxias, y entre todo aquel desconcierto, en mitad de un sepulcral silencio,
se escuchó: ¡Quiero su eternidad!...
Cronos
se le aproximó amigablemente, con una sonrisa en los labios semejante a la
usada por los Magos Sabios de los Templos Antiguos, esa sonrisa grave y suave
que se gastan los que conocen tanto lo pasado como lo presente, y aún lo
porvenir...
¿En
qué quedamos: hasta cuando tendré que soportaros o quiero su eternidad? Si te
aclaras igual te puedo echar una mano. Tras una breve meditación él volvió a
exclamar: ¡Quiero su eternidad!...
Fácil es de conseguir, le dijo
Cronos, y añadió tras una pausa: si eres capaz de conseguir su amor...
¿Te importaría acompañarme? le
pidió a Cronos.
¡Encantado! Fue su respuesta.../.
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