martes, 7 de mayo de 2013

El arte que parece seguir sin entenderse (La Gracia)






EL ARTE QUE PARECE SEGUIR SIN ENTENDERSE (LA GRACIA)



Abundancia, generosidad, exceso, tal es el nombre espiritual del juego: "una medida generosa, apretada, remecida y rebosante" (Lc 6,38). La gracia siempre será experimentada como más que suficiente en vez de como un mero modo de supervivencia. Si la gracia está ausente de una situación, esta no nos satisface realmente ni es capaz de suscitar gozo profundo.

El ego no sabe cómo recibir cosas libremente y sin lógica. Prefiere una visión del mundo  marcada por la escasez o al menos por el principio del quid pro quo, de la equivalencia, una visión del mundo según la cual solo ganan los listos. Al ego le gusta ser idóneo, estar a la altura, y necesita entender las cosas para aceptarlas.

Ese problema y su superación ocupan el centro mismo de la línea argumental de los evangelios. En realidad, eso nunca ha sido un problema para Dios. ¡La única dificultad estriba en incluirnos a nosotros en el proceso! La incorporación de nuestras personas es fruto de la humildad, la gentileza y el amor de Dios. Que Dios quiere interlocutores libres resulta patente en la economía de la gracia (Rom 8,28). El plan divino consiste en crear "no siervos, sino amigos" (Jn 15,15).

.../... El antiguo y manido patrón de ganadores y perdedores parece estar grabado en nuestro disco duro, mientras que el patrón de la gracia es mucho más imaginativo e instala programas totalmente nuevos que la generalidad aún tienen que reconocer, como, por ejemplo, el de que todos   ganamos.

En gran medida, lejos de transformar la cultura, la hemos reproducido. El esquema de recompensa y castigo es la línea argumental de casi todas las novelas, dramas, óperas, películas y guerras que definen las culturas. Y esto es así debido a que este el único modo en que una mentalidad dualista, no transformada por la oración, sabe leer la realidad.


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